lunes, 22 de diciembre de 2008

10 Preguntas sobre la Crisis Financiera


1. ¿Subprimes ? El punto de partida es una verdadera estafa ya que los bancos occidentales han ganado una enorme cantidad de dinero a costa de los hogares estadounidenses, diciéndose que si no eran capaces de pagar, les quitarían sus casas por cuatro monedas.

2. ¿Es sólo una crisis bancaria? No, en absoluto. Se trata de una verdadera crisis económica que ha comenzado en el sector bancario, pero cuyas causas son mucho más profundas. En realidad, toda la economía de los Estados Unidos vive a crédito desde hace 30 años. Las empresas se endeudan por encima de sus posibilidades, el Estado se endeuda también por encima de sus posibilidades (para hacer la guerra) y se ha impulsado sistemáticamente a los ciudadanos a endeudarse, la única manera de mantener, artificialmente, un crecimiento económico.

3. ¿La verdadera causa? Por supuesto, los medios de comunicación tradicionales no nos dicen nada. Y sin embargo, las subprimes no son más que la punta del iceberg, la manifestación más espectacular de una crisis de superproducción que golpea a los Estados Unidos, pero también a los países occidentales. Si el objetivo final de una multinacional consiste en despedir a trabajadores en masa para hacer el mismo trabajo con menos personas, si además se bajan los salarios por todos los medios y con la ayuda de los gobiernos cómplices, ¿A quién van a venderles los capitalistas sus mercancías? ¡No han parado de empobrecer a sus clientes!

4 ¿Es sólo una crisis de la que sobreponerse? La historia demuestra que el capitalismo ha ido siempre de una crisis a otra con, de vez en cuando, una buena guerra para salir de ella (eliminando a sus rivales, empresas, infraestructuras, lo que permite un buen reimpulso económico). En realidad, las crisis son también un periodo que aprovechan los grandes para eliminar o absorber a los más débiles. Es lo que ocurre ahora en el sector bancario estadounidense, o en el caso de BNP que se traga a Fortis (y todo esto no ha hecho más que empezar). Pero, si la crisis refuerza la concentración de capital en manos de un número aún más pequeño de multinacionales, ¿cuál será la consecuencia? Estos super-grupos tendrán aún más medios de eliminar o empobrecer la mano de obra y así convertirse en una competencia aún más fuerte. Estamos otra vez en la casilla de salida.

5. ¿Un capitalismo sobre bases éticas? Hace ciento cincuenta años que nos lo prometen. Hasta Bush y Sarkozy lo han hecho. Pero en realidad, es tan imposible como un tigre vegetariano. Y es que el capitalismo se apoya en tres principios: 1. La propiedad privada de los grandes medios de producción y de financiación. No es la gente la que decide, sino las multinacionales. 2. La competitividad: ganar la guerra económica, es decir, eliminar a la competencia. 3. El máximo beneficio: para ganar esta batalla no basta con tener unos beneficios normales o razonables, sino una tasa de beneficios que permita distanciar a las empresas de la competencia. El capitalismo no es sino la ley de la selva, como ya escribía Karl Marx: "Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen."
6. ¿Salvar a los bancos? Por supuesto, hay que proteger a los clientes de los bancos. Pero en realidad, lo que el Estado está haciendo es proteger a los ricos y nacionalizar las pérdidas. Por ejemplo, el estado Belga no tenía 100 millones de euros para ayudar a la gente a mantener su poder adquisitivo, pero para salvar a los bancos, ha encontrado 5.000 millones en dos horas. Miles de millones que nosotros tendremos que rembolsar. Lo irónico es que Dexia era un Banco Público y que Fortis se ha tragado un banco público que funcionaba muy bien. Gracias a ello, sus dirigentes han hecho negocios durante veinte años. Y ahora que la cosa no funciona, ¿se le pide a estos dirigentes que paguen los platos rotos con el dinero que han estado ganando y que se han guardado? No, se nos pide que paguemos nosotros.

7. ¿Los medios de comunicación? Lejos de explicarnos todo esto, fijan su atención en asuntos secundarios. Nos dicen que habrá que buscar los errores, a los responsables, combatir los excesos y bla, bla, bla. Sin embargo, no se trata de tal o tal error, sino del sistema. Esta crisis era inevitable. Las empresas que se están derrumbando, son las más débiles o las que peor suerte han tenido. Las que sobrevivan, tendrán aún más poder sobre la economía y sobre nuestras vidas.

8. ¿El neoliberalismo ? La crisis no ha sido provocada sino acelerada por la moda neoliberal de los últimos veinte años. Los países ricos han intentado imponer este neoliberalismo en todo el tercer mundo. En América Latina, como acabo de estudiar durante la preparación de mi libro Los 7 pecados de Hugo Chávez, el neoliberalismo ha sumido a millones de personas en la miseria. Pero al hombre que ha lanzado la señal de la resistencia, el hombre que ha demostrado que se podía resistir al Banco Mundial, al FMI y a las multinacionales, el hombre que ha enseñado que había que darle la espalda al neoliberalismo para reducir la pobreza, este hombre, Hugo Chávez, no deja de ser diabolizado a golpe de mentira mediática y de difamación infundada. ¿Por qué?

9. ¿El tercer mundo ? Sólo se nos habla de las consecuencias de la crisis en el Norte. En realidad, todo el tercer mundo sufrirá gravemente a causa de la recesión económica y de la bajada de precios de las materias primas que provocará la crisis.

10. ¿La alternativa ? En 1989, un famoso autor estadounidense, Francis Fukuyama, nos anunciaba el Fin de la Historia : el capitalismo había triunfado para siempre, nos decía. No ha hecho falta mucho tiempo para que los vencedores se estrellen. La humanidad necesita verdaderamente otro tipo de sociedad. El sistema actual fabrica miles de millones de pobres, hunde en la angustia a aquellos que tienen (provisionalmente) la suerte de trabajar, multiplica las guerras y arruina los recursos del planeta. Pretender que la humanidad está condenada a vivir bajo la ley de la selva, es tomar a la gente por imbéciles. ¿Cómo debería ser una sociedad más humana, que ofrezca un porvenir digno para todos? Este es el debate que tenemos todos la obligación de lanzar. Sin tabúes.

*Texto de Michel Collon, 6 octobre 2008
Hasta la Proxima. Unidos y dignos!!

viernes, 19 de diciembre de 2008

Taller-Foro de capacitación















INVITACIÓN A TALLER-FORO DE CAPACITACIÓN PARTIDARIA AñO 2008-2009, DIRIGIDA A JÓVENES de 18 A 25 años CON VOCACIÓN DE SERVICIO QUE QUIERAN PARTICIPAR, DEBATIR Y FORMARSE COMO DIRIGENTES SOCIALES; DICTADO DEL MISMO EL 19-20 y 26-27 DE DICIEMBRE 2008; y fechas programadas desde MARZO a JULIO del año 2009.


Temario:

1) TÉCNICAS PARA PERSUADIR POR IDEA O POR VENTAS.
2) APLICACIÓN PERSUASIVA DEL PNL (Programa neuro Linguistico) Y SUS PROGRAMAS COMO HERRAMIENTAS PARA INFLUIR.
3) MERCADEO POLÍTICO Y ELECTORAL; LIDERAZGO; MOTIVACIÓN; TRAB. EN EQUIPO
4) MANEJO DE CRISIS- ESTRATEGIA Y PLANIFICACIÓN ENTRE OTROS TEMAS.


COORDINADOR: Claudio D. Segovia-Bustamante
PROF. COORDINADOR: Dr. Alberto E. Asseff
PARTICIPACIÓN: Prof. ING. Orlando Kay


CONTACTO: partidonacionalista@argentina.com, Tel. 03833-15682086-15464114
BLOGS: http://partidonacionalistacatamarca.blogspot.com / www.pnc-unir.gov.ar

Hasta la proxima. Unidos y dignos!!

lunes, 15 de diciembre de 2008

Model Top President y el desprecio al capital.


Quiero hacer conocer un articulo publicado en la editorial de la voz del interior y que, tiene una visión del porque de las complicaciones que cristina, nuestra Model Top President, deberá afrontar el año que viene.

La economía:
Los costos de despreciar el capital.
No hace keynesianismo el que quiere, sino el que puede.
Sin confianza, las medidas del Gobierno tienen efectos opuestos, que se compensan entre sí.
Por Adrián Simioni. Relac:
Adrián SimioniDe nuestra Redacciónasimioni@lavozdelinterior.com.ar

Desde que dejó de relamerse por la crisis del capitalismo con eje en los Estados Unidos, hace cuatro semanas, porque las balas empezaron a repiquetearle en la vereda, el Gobierno nacional no tiene descanso. La ametralladora de medidas empezó a disparar con la estatización por arrebato de los ahorros previsionales y todo indica que continuará con un amplio financiamiento al consumo. En el medio se anunció o se gestó: el mayor premio otorgado alguna vez a los evasores a los que Néstor Kirchner les iba a poner un traje a rayas; un plan cavallista de rebajas de aportes patronales; una progresiva devaluación del peso; y un blanqueo de capitales que –a menos que el Congreso lo cambie– promete cerrar ojos y narices de la Afip y del Banco Central para que nadie se entere del origen de esos dineros. La necesidad tiene cara de hereje. Sin embargo, sectores empresarios y sindicales plantean la sensación de que las cosas son a medias. O bien las medidas no son contundentes, o bien no hacen al eje de la cuestión o bien son de algún modo compensadas por otra de las medidas que tiene un sentido contrario. Algo de eso hay. La cuestión podría sintetizarse diciendo que no es keynesiano el que quiere sino el que puede. Keynesianismo en otros países. Sea por desconfianza o porque todo el mundo cree que las cosas estarán aún más baratas mañana, en los países desarrollados donde se gestó esta crisis, los agentes económicos optan por mantener su riqueza en activos líquidos. Por lo tanto, la rueda de la economía se paró. En esas condiciones la demanda efectiva es insuficiente para que puedan utilizarse todos los recursos. Hay capital inactivo, hay mano de obra inactiva. Es ineficiente como respuesta de mercado. Un desperdicio. Por eso todos esos países desempolvaron a John Keynes y se han puesto a rescatar bancos, aseguradoras e industrias y a lanzar amplios planes de créditos y distintos tipos de subsidios para ensanchar la demanda agregada. A la Argentina le gustaría hacer lo mismo. Pero no puede hacerlo, al menos no en la misma medida. ¿Por qué? Porque sus recursos son escasos. ¿Por qué son escasos? Porque sus últimos gobiernos se la pasaron despreciando al capital con prácticamente todo método a su alcance. Lo defaultearon, lo estatizaron, lo demonizaron, le dijeron que era un yuyo, le prohibieron exportar, le mintieron la inflación, le destruyeron el sistema de precios, le congelaron tarifas, lo recargaron de impuestos nacionales, provinciales y municipales y derrocharon lo recaudado con gasto motivado electoralmente, le cambiaron las reglas en forma inconsulta, le incumplieron contratos, no hicieron ninguna reforma estatal. Pusieron una fábrica de desconfianza. Por eso, en comparación con los Kirchner, para Barack Obama hacer keynesianismo es soplar y hacer botella. En su peor crisis, y cuando incluso se anticipa el ocaso de Estados Unidos como única potencia, el Tesoro de ese país puede seguir endeudándose a una tasa de interés de prácticamente cero por ciento. Un bono del Tesoro es para el inversor un activo líquido igual que el dinero cash. Un ejemplo de lo que esa confianza permite: el Tesoro puede, por ejemplo, darles bonos a los inversores que vendieron desesperadamente sus acciones. A cambio, recibe el dinero de los inversores. Con ese dinero, compra acciones que vendieron los accionistas para aliviar el derrumbe. Cuando el vendaval pase, el Tesoro podrá vender esas acciones. ¿Quiénes los comprarán? Los mismos inversionistas, que venderán sus bonos al Tesoro y, con el dinero obtenido, comprarán las acciones. La clave de todo está en que, aun en la tormenta, los dueños del dinero siguen creyendo que lo más confiable de todo es un pagaré de Estados Unidos. Kirchernomics en la Argentina. Como el Estado argentino no puede proveer esa certidumbre de última instancia, las cosas se complican, obligando al Gobierno a actuar en dos frentes a la vez. Uno, para activar la demanda; otro, para asegurarle al capital que esta vez, en serio, no lo va a perjudicar y rogarle que no huya, que gaste, que invierta. En algún punto, es contradictorio. Para activar la demanda con sus rudimentarios métodos –un estallido de imaginación es subsidiar el famoso y jamás concretado auto económico–, el Estado necesita recursos. Como a diferencia de Chile o Noruega, Argentina no ahorró cuando sus exportaciones valían oro, y ahora tiene que buscarlos en otro lado. Pero debe conseguirlos con buenos modales para no espantar al dueño de la plata. Es más, a la vez que está obligado a gastar más, el Estado necesita mantener un superávit –incompatible con tiempos de crisis– porque, si no, los que le prestan dinero piensan que está al borde del default. Y le prestan menos o a una tasa de interés cada vez más alta, lo que conspira contra la actividad económica. Ante todo, sigilo. En ese contexto, lo primero que consiguió Cristina Fernández fueron 15 mil millones de pesos anuales, al estatizar el ahorro previsional. Además, consiguió así 95 mil millones acumulados en bonos (que el Estado ahora no debe devolver) y en acciones (que, supongamos, no se venderán para evitar caídas en la Bolsa). Claro que esto tiene dos inconvenientes. Primero, porque el capital volvió a ver un manotazo del Estado y se espantó. Segundo –y más importante–, porque con eso sólo se desviste un santo para vestir a otro. Las AFJP ya vertían en la economía los 15 mil millones bajo la forma de inversiones, financiamiento del consumo y préstamos al Estado. Ahora, en lugar de hacerlo ellas lo hará la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Pero la plata es la misma. Y eso con suerte, porque con la crisis pueden aumentar el desempleo o el empleo en negro. De ahí la rebaja escalonada y a plazo de los aportes patronales y la promesa de olvido fiscal para las deudas previsionales. Es casi lo contrario de la triple indemnización que pedía la Confederación General del Trabajo y de la prohibición de despidos con que retrucó la Central de los Trabajadores Argentinos. Hay casos en que una especie de partida doble contable anula los efectos buscados. Un Estado keynesiano debería volcar más recursos a la economía, pero, en cambio, está condenado a prorrogar el impuesto al cheque, lo que aspira dinero del mercado. La CGT se entusiasmó con que ahora se eliminaría el impuesto a las ganancias sobre los sueldos, pero eso es muy riesgoso para el fisco y al final, todo quedará en un cambio técnico. Ahora el Gobierno elimina los subsidios a la energía para ahorrar fondos fiscales, pero eso resentirá los bolsillos de la clase media alta que abandonó los restaurantes. Había que hacerlo antes, en el ciclo expansivo. De manera que la pregunta es: ¿de dónde puede salir el dinero que esté fugado, escondido, escaldado después del maltrato, para que lubrique a la economía? Y ahí aparecen la moratoria de impuestos, el perdón de intereses y punitorios, la liquidación de causas impositivas penales y la apertura al capital con un blanqueo casi sin condiciones. Nadie sabe si eso rendirá sus frutos. Los Kirchner no lo admitirán jamás. Pero han ido al pie. Se entiende. Están obligados a pulsear con un presente complicado, como todos los gobiernos, pero, además –y a diferencia de la mayoría del resto de los gobiernos– deben dar vuelta la historia de desprecio que ellos mismos escribieron. Así de difícil es ser keynesianos en la crisis después de haber sido populistas en la opulencia.
© La Voz del Interior
Hasta la proxima. unidos y dignos!!